Respetando el calendario y estimando el alcance del problema de la energía, se puede dar la siguiente sugerencia para la implementación de la gestión sostenible de la energía, como se muestra en la Figura 3.5.
Figura 3.5. Los tipos de implementaciones posibles de la estrategia de gestión sostenible de la energía
Cuando una empresa se enfrenta a problemas menores (pequeños consumidores de energía) y dispone de tiempo suficiente, la implementación de la estrategia puede incluir cambios evolutivos o graduales (incrementales). Si los problemas a los que se enfrenta una empresa son menores, pero el periodo de tiempo en el que es necesario resolver los problemas es corto, lo que suele ocurrir cuando se adoptan nuevas normativas legales que definen de forma tajante los cambios en el consumo de energía, las actividades se realizan por parte de la dirección (intervención de la dirección) directamente donde han surgido los problemas.
Si la empresa es una gran productora o consumidora de energía es necesario seleccionar cuidadosamente el método de implementación de la estrategia de la gestión sostenible de la energía. Dependiendo del tiempo que tenga la organización para resolver el problema, hay dos estrategias posibles. Si la empresa dispone de un largo periodo de tiempo, y los problemas que han surgido son grandes, se requiere una intervención secuencial, es decir, por etapas. Sin embargo, si los problemas no pueden esperar a ser resueltos, se aplica una intervención compleja, y la dirección de la empresa tiene que sincronizar (ajustar) los cambios en todas las partes de la empresa.
Los cambios en la gestión energética nacional dependen en gran medida de los recursos que posee el país y de la forma en que se gasta la energía. La estrategia de desarrollo sostenible define los problemas energéticos en general como aquellos que requieren demasiado tiempo para ser resueltos, es decir, más tiempo del que dura la generación actual. El problema energético formará parte de la humanidad durante un periodo de tiempo indefinido en el futuro.
La estrategia seleccionada de gestión energética sostenible es un proceso muy complejo en el que influyen muchos factores. Por otra parte, independientemente de la clara definición de los modelos propuestos para la gestión de la energía, a menudo no es posible seleccionar y aplicar una determinada estrategia sin cambios y ajustes intermedios. Además, los cambios en el ámbito energético son numerosos y diversos, y su impacto en la gestión sostenible de la energía suele estar asociado a una serie de cambios económicos y políticos. Debido a estas cuestiones, existen dificultades para definir claramente qué es realmente la gestión sostenible de la energía. Todas las definiciones posibles pueden ser redefinidas y cambiadas dependiendo de muchos factores.
La gestión de la energía puede definirse como el proceso de planificación, dirección, implementación y control del proceso de generación, transmisión y consumo de energía. La gestión energética es una cierta síntesis de la energía y del concepto de gestión moderna, es decir, la aplicación de las hipótesis modernas de gestión en el sector energético. Aparte de eso, al enunciar las principales hipótesis en materia de gestión de la energía, la gestión moderna parte de los supuestos de que es posible preservar y mantener la estabilidad energética para las generaciones actuales y futuras. Por lo tanto, la gestión moderna de la energía puede considerarse una especie de síntesis de las tres ciencias exactas: la industria energética, el desarrollo sostenible y la gestión, que están interconectadas y se condicionan mutuamente, como se muestra en la figura 3.6.
Figura 3.6. Los principales conceptos de la gestión sostenible de la energía
La gestión sostenible de la energía es un nuevo concepto, idea y enfoque que requiere muchos cambios en la forma tradicional de entender e interpretar la gestión de la energía a todos los niveles. La gestión energética sostenible integra muchas características del entorno y, por lo tanto, no puede interpretarse como un concepto adoptado y definido de una vez por todas, sino que debe modificarse y ajustarse constantemente de acuerdo con los cambios que se producen en los tres ámbitos que la definen, y de acuerdo con el país o la región concretos en los que se ha aplicado. Básicamente, el concepto de gestión energética sostenible viene definido por los siguientes parámetros:
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Gestión, es decir las teorías aceptadas, la experiencia existente, la normativa estatal, la orientación de la empresa, los requisitos de todas las partes interesadas, el grado de educación, concienciación y compromiso, así como la orientación general hacia los negocios socialmente responsables;
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la industria energética, la legislación, los recursos energéticos existentes, los nuevos recursos energéticos, el nivel de eficiencia energética, el nivel de desarrollo tecnológico, los niveles de producción y consumo, la estabilidad del sistema, la conectividad con otros sistemas y el grado de autosuficiencia; y
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el desarrollo sostenible, es decir la aceptación del concepto a nivel estatal, la ratificación de los acuerdos internacionales, los parámetros de la estrategia nacional de desarrollo sostenible y la lista de prioridades.
De acuerdo con esto, la gestión sostenible de la energía puede definirse como el proceso de gestión de la energía que se basa en los principios fundamentales del desarrollo sostenible. Por lo tanto, la gestión sostenible de la energía debe considerarse como un concepto que difiere en gran medida de la gestión tradicional, que ha ignorado en gran medida la necesidad de conservar, restaurar y ahorrar recursos energéticos. Así desarrollado, el concepto de gestión sostenible de la energía es un cambio global importante cuyos efectos se sienten en todo el mundo y se requieren cambios importantes en el comportamiento y el pensamiento de las instituciones y los individuos responsables. Por lo tanto, el concepto de gestión sostenible de la energía puede ser visto como un desafío de la humanidad moderna, que abre posibilidades para las propuestas y el desarrollo de numerosas soluciones que tendrán consecuencias a largo plazo para el desarrollo de la sociedad humana en su conjunto.
La única manera posible de abordar el problema de la gestión sostenible de la energía es respetando los logros científicos y la experiencia práctica, así como teniendo en cuenta las características particulares del sujeto que inicia, acepta e implementa la gestión de la energía de manera sostenible. En general, la gestión de la energía sostenible implica la aplicación de una serie de diferentes actividades destinadas a establecer objetivos concretos de desarrollo sostenible en la práctica de la producción, la transmisión y el consumo de energía.
Desde el punto de vista del desarrollo social y económico tradicionalmente medido, lo más importante es la aplicación de aquellas medidas y actividades que traen los resultados más eficaces en menos tiempo, pero con respecto a los principios de sostenibilidad el imperativo del tiempo se vuelve menos significativo. Las actividades que aportan resultados de calidad son aceptables, independientemente del tiempo necesario para detectar y medir los efectos positivos.
Dada la complejidad y el alcance global de la empresa moderna, y teniendo en cuenta una serie de problemas y desacuerdos en cuanto a las tendencias globales y las prioridades de desarrollo, la gestión energética sostenible no puede definirse a través de una serie de actividades estrictamente determinadas que deben llevarse a cabo. La ciencia moderna y la práctica contemporánea muestran que las actividades en el ámbito de la gestión estratégica y operativa, así como la mejora de la calidad y la empresa socialmente responsable, se han convertido en un imperativo en cuanto a la aplicación del concepto de gestión energética sostenible.
Teóricamente, el problema representa la «brecha entre el estado actual y el deseado». Teniendo esto en cuenta, es necesario implementar los cambios adecuados y emprender las actividades apropiadas que lleven a una empresa o comunidad a un funcionamiento energéticamente sostenible y, por tanto, a resolver los problemas de este tipo. Las etapas de un funcionamiento más responsable son las siguientes:
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La identificación de los problemas (como actividad de diagnóstico) es una etapa específica para cada empresa porque cada empresa se caracteriza por una serie de diferencias y particularidades en relación con otras empresas. Si la dirección de la empresa establece como estado deseado la introducción de negocios energéticamente sostenibles a un determinado nivel (o completamente), debe estar en consonancia con la capacidad de estimar sus propios puntos fuertes y definir sus propias debilidades. Esta es la etapa de establecimiento de objetivos en la empresa que determina en gran medida todas las demás actividades.
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La identificación de las opciones de desarrollo incluye la predicción de las actividades que se pueden implementar para lograr los objetivos que se relacionan con las operaciones empresariales energéticamente eficientes. Al predecir las formas en las que es posible alcanzar los objetivos establecidos, cada opción debe ser cuidadosamente elaborada y estimada de forma realista. En esta etapa, la experiencia de otras empresas en una situación similar puede ser útil (pero no crucial).
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La selección de la opción más adecuada conduce a la consecución del objetivo: la empresa energéticamente responsable. Esta etapa implica la toma de decisiones apropiadas (entre varias opciones ofrecidas) que determinan el curso de acción futuro.
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La implementación del método elegido para lograr el objetivo incluye una serie de actividades y requiere el compromiso de ciertos recursos humanos, financieros y de tiempo.
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El control y la corrección de las deficiencias identificadas es una actividad necesaria que debe llevarse a cabo de forma continua para corregir las irregularidades y debilidades que aparezcan por muy detalladas que hayan sido las actividades planificadas.
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Conseguir el objetivo, mediante el cual la empresa alcanza un mayor nivel de responsabilidad energética, sobre el que se debe informar a todas las partes interesadas, principalmente a los consumidores, a los propietarios y a la comunidad.
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Identificación de (nuevos) problemas, con lo que las actividades vuelven al principio, y la empresa se esfuerza por asegurar que las actividades sobre la mejora del negocio ecológicamente adecuado sean continuas.
En cada empresa, el servicio correspondiente debe supervisar la situación del medio ambiente, que se relaciona principalmente con los nuevos requisitos para los negocios energéticamente responsables (en su mayoría procedentes de los consumidores y los legisladores) e iniciar las actividades mencionadas anteriormente. En todas las etapas que conducen a la consecución de empresas ambientalmente responsables debe participar todo el equipo de gestión y, si es necesario, se puede contratar a profesionales.
El desarrollo sostenible en sí mismo es un tipo de estrategia de desarrollo de la humanidad que no está limitada por el tiempo. Está sujeto a cambios y ajustes. Los efectos de dicho desarrollo pueden medirse con precisión en un momento determinado, pero a diferencia de la gestión tradicional, no existe una orientación estricta para alcanzar los objetivos. De hecho, el desarrollo sostenible no está definido en el tiempo y el espacio e implica mejoras constantes, por lo que no es posible alcanzar un determinado objetivo y luego detener la aplicación del proceso de gestión del desarrollo sostenible. El desarrollo sostenible no es un objetivo en sí mismo. Es un proceso cuyas metas se redefinen y corrigen constantemente.
Por lo tanto, la definición del proceso de desarrollo sostenible impone la necesidad de aplicar ciertas actividades tradicionales de gestión estratégica, que permiten la implementación y el control del proceso en un período de tiempo ilimitado. La gestión sostenible de la energía no es una simple aplicación de la gestión estratégica tradicional, sino que implica su modificación, lo que ha llevado a desarrollar un modelo único de gestión sostenible que difiere del tradicional. Al mismo tiempo, cuestiona significativamente la necesidad de su aplicación en el caso de la gestión sostenible en el ámbito de la energía.
Para diseñar una estrategia de desarrollo energético sostenible es necesario establecer prioridades específicas de desarrollo. Se han sugerido cinco programas prioritarios básicos, diversos en su contenido programático pero complementarios desde el punto de vista de la coordinación del funcionamiento y desarrollo de todo el sistema energético, es decir, de los sectores de producción de energía y de los sectores de consumo de energía y de la consecución gradual pero coherente de los objetivos promovidos durante la aplicación de la estrategia sugerida. Las prioridades son las siguientes:
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La primera prioridad de la continuidad de la modernización tecnológica de las plantas / sistemas / fuentes de energía existentes, en los sectores de petróleo, gas natural, carbón de la minería de superficie y subterránea, el sector de la energía eléctrica, con plantas de producción e instalaciones: centrales térmicas, hidroeléctricas y de calefacción y el sistema de transmisión o sistemas de distribución, y un sector de la energía de calefacción – plantas de calefacción de la ciudad y plantas de energía industrial.
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La segunda prioridad del uso racional de la energía de calidad y el aumento de la eficiencia energética en la producción, distribución y uso de la energía por los usuarios finales de los servicios energéticos.
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La tercera prioridad específica de la utilización de NRSE (nuevas fuentes de energía renovable) y nuevas tecnologías energéticas y dispositivos/equipos eficientes y respetuosos con el medio ambiente para el uso de la energía.
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La cuarta prioridad opcional para la inversión de emergencia/urgencia en nuevas fuentes de energía, con nuevas tecnologías de gas (centrales térmicas combinadas de gas y vapor).
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La quinta prioridad estratégica regional y de desarrollo a largo plazo, la construcción de nuevas instalaciones de infraestructura energética y fuentes de energía eléctrica y calor dentro del sector de la energía, así como la infraestructura energética intensiva en capital.
De acuerdo con las prioridades declaradas cuya aplicación permite el logro de los sistemas de energía sostenible en el mundo, es necesario llevar a cabo la aplicación de los programas locales y nacionales que se definirán de acuerdo con el nuevo enfoque de la gestión estratégica de la energía. Sin embargo, el enfoque tradicional de la gestión estratégica no es totalmente aceptable para los fines de la gestión sostenible.
Los resultados reales del proceso de planificación deben ser acciones concretas (implementación de la estrategia). Las decisiones de planificación son sólo una etapa intermedia del proceso de planificación. A través de la aplicación de la estrategia, la empresa convierte las ideas en realizaciones concretas. En el proceso de desarrollo de la estrategia, se requiere el espíritu empresarial y las cualidades visionarias de los líderes, mientras que en el proceso de implementación se necesitan las habilidades de los recursos humanos para lograr los objetivos establecidos. La empresa moderna se caracteriza por el cambio continuo. El alcance del problema causado por el cambio y el tiempo necesario para resolverlo determinan la complejidad y la velocidad de aplicación de la estrategia. Dependiendo del tamaño de la empresa y del estilo de gestión, existen varios enfoques para aplicar la estrategia. Cada uno de los enfoques tiene ventajas y desventajas, y la tarea de la dirección estratégica es, en función del alcance de los cambios provocados por la implantación de la estrategia seleccionada y de otras condiciones, decidir la forma en que se implantará la estrategia.
La implantación de la orientación estratégica no es un proceso único, sino un proceso que implica la provisión y asignación de recursos, la creación de condiciones organizativas, procedimentales, motivacionales, etc., y el desarrollo de una serie de planes individuales para emprender y coordinar las actividades para la consecución de estos objetivos. La aplicación de la estrategia implica un complejo proceso de creación de condiciones e integración de actividades para lograr resultados. Para la correcta gestión de las actividades es necesario especificar la responsabilidad y la autoridad para identificar las tareas y el presupuesto y asignarlas a los portadores a través de un sistema de coordinación y gestión global del proceso de implementación. En este caso, se hace hincapié en las cuestiones globales que afectan a la aplicación de la estrategia.
La gestión energética sostenible es un proceso extremadamente complejo, tanto en la planificación como en la aplicación. La propia implementación de la gestión energética sostenible en la práctica tiene las siguientes características principales que la definen y la distinguen de la gestión tradicional:
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La implementación es extremadamente exigente. La transición de la gestión energética tradicional a la sostenible requiere la adopción y puesta en práctica de una serie de cambios importantes, tanto en la forma de pensar como en la manera de aplicar y medir los efectos financieros. Si todas las actividades planificadas se llevan a cabo de acuerdo con las recomendaciones científicas y prácticas, sigue habiendo un alto grado de probabilidad de que la propia realización no sea totalmente eficaz y no alcance determinados objetivos. La práctica empresarial implica que la realización que alcanza al menos dos tercios de los objetivos definidos puede considerarse muy exitosa. Cuando se trata de cambios tan complejos, como la transición a una gestión energética sostenible, el grado de éxito suele ser incluso menor.
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La implementación es un proceso a largo plazo. Todo gran cambio estratégico en cualquier ámbito de la actividad humana requiere bastante tiempo y sus efectos suelen ser visibles después de más de diez años. En este sentido, la transición hacia una gestión energética sostenible no es una excepción. Incluso puede decirse que, según el criterio temporal, un cambio de estrategia de este tipo es aún más exigente. Las actividades planificadas suelen durar al menos diez años, y la propia implementación, tras la cual se pueden medir los efectos, dura al menos el mismo periodo de tiempo. Por lo tanto, la gestión energética sostenible es un proceso que requiere una gestión extremadamente cuidadosa, compromiso, precisión, continuidad y un claro compromiso de todos los participantes.
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La implementación es multidisciplinar. El problema de proporcionar suficiente energía para las necesidades de la humanidad moderna es uno de los mayores problemas actuales. Determinará en gran medida la dirección y la intensidad del desarrollo del planeta en el futuro. La propia aceptación del concepto de desarrollo sostenible lleva mucho tiempo y está ligada a una serie de dificultades, y la transición a la gestión sostenible de la energía es sólo uno de los objetivos del desarrollo sostenible, que también está ligado a una serie de características políticas, económicas, etc. Es necesario involucrar a una serie de actores tanto a nivel local como nacional. El problema del suministro adecuado de energía que no sea demasiado caro, que no cause demasiada contaminación y que sea suficiente tanto en cantidad como en calidad, es uno de los problemas más complejos del desarrollo moderno, porque la energía afecta directamente a la posibilidad de realizar la mayoría de las actividades humanas. Por lo tanto, la solución de este problema debe involucrar a todas las partes interesadas: la industria, los servicios, la agricultura, la legislación, las autoridades ejecutivas y todos los participantes en el proceso de solución de los problemas económicos, ambientales, energéticos, de desarrollo, sociales, etc.
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La aplicación requiere un fuerte apoyo de TI. La forma tradicional de gestionar el trabajo del sector energético incluye la aplicación obligatoria de herramientas informáticas modernas y soporte de software, pero la transición a la gestión energética sostenible es un proceso aún más exigente. Incluye la modelización específica de las relaciones entre la producción y el consumo de energía de diferentes fuentes y la supervisión de la contaminación. La tendencia moderna impone la necesidad de un uso racional de la energía y su conservación a todos los niveles. El apoyo proporcionado por las tecnologías de la información es la única herramienta de apoyo.
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La aplicación requiere un compromiso específico de los recursos humanos. Hasta ahora, los procesos de gestión de la energía no han sido especialmente exigentes en cuanto a la participación de los recursos humanos. La implicación de los profesionales del sector energético es técnicamente necesaria y, por tanto, suficiente. Esencialmente, el desarrollo sostenible integra principalmente conocimientos medioambientales, económicos y energéticos y requiere la participación de expertos de estas áreas. Además, es necesario involucrar a personas plenamente capacitadas para supervisar las cuestiones de desarrollo sostenible y, en consecuencia, el modelado del desarrollo del sector energético.
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La aplicación está sujeta a muchas influencias. El desarrollo de la humanidad y las actividades de las personas siempre han implicado el consumo de ciertas cantidades de energía. El progreso nunca ha sido posible sin una cantidad adecuada de energía disponible. Por otro lado, el progreso de la humanidad ha provocado un gran número de problemas económicos, ecológicos y culturales, entre otros muchos. La crisis energética y la gran dependencia del hombre de la energía disponible acentúan los problemas en este campo y los convierten en una prioridad absoluta. El desarrollo futuro debe ser capaz de proporcionar suficiente energía sin causar una contaminación excesiva. Cualquier cambio en el ámbito energético afecta a todos los actores de la vida social y económica, por lo que sus reivindicaciones y esfuerzos son objeto de especial atención. Los procesos modernos de creación de la política de desarrollo incluyen la consulta con todas las partes interesadas, lo que agrava aún más la ya difícil transición hacia la gestión sostenible de la energía.
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La aplicación registra un efecto financiero negativo al principio. La necesidad de avanzar hacia una gestión sostenible de la energía se creó principalmente como resultado de una mayor conciencia de la contaminación ambiental causada por la producción y el consumo de energía. La adaptación necesaria implica la transición a nuevas fuentes de energía, que en su mayoría están en fase de examen, o su explotación es insuficiente, por lo que no es posible llegar a una conclusión clara. La transición a una nueva forma de gestión de la energía es necesaria y se produce en el momento en que no existen los requisitos previos necesarios. Algunas soluciones técnicas no son lo suficientemente efectivas, la explotación es incierta, la distribución es difícil, la legislación es a menudo inadecuada y no hay inversiones financieras planificadas de antemano que sean extremadamente altas. La gestión sostenible de la energía nace de la toma de conciencia por parte de la humanidad de que la energía es un recurso limitado; el cambio ya ha comenzado, aunque no hay soluciones claras para los diversos problemas que se plantean en el proceso de transición. En muchos casos, la legislación impone la transición a la producción de determinadas cantidades de energía a partir de fuentes renovables sin proporcionar formas de realizarla.
Por lo tanto, la transición a la gestión sostenible de la energía impone la necesidad de realizar importantes inversiones financieras, en las que no hay previsiones claras sobre el tiempo que tardarán estas inversiones en retornar, aunque está bastante claro que todas las inversiones de este tipo son a largo plazo. Por lo tanto, la transición a la gestión energética sostenible en los primeros años suele registrar efectos financieros más o menos negativos, ya que requiere una inversión importante, y la producción de energía a partir de estas fuentes es pequeña y, por lo tanto, genera pocos ingresos.