Instituto para el Cáncer de Cabeza, Cuello y Tiroides
La osteoradionecrosis (ORN) es una condición que resulta de los efectos dañinos de la radioterapia ionizante. Aunque es un efecto secundario poco frecuente de la radioterapia para los cánceres que surgen en la boca, la orofaringe y los senos paranasales, cuando se produce la ORN puede tener consecuencias devastadoras para el paciente. La ORN se define como la destrucción del hueso, asociada a dolor y exposición ósea, ya sea dentro de la boca o a través de la piel externa. La radiación provoca una disminución del suministro de sangre al hueso que lo predispone a una infección secundaria. Esta afección afecta a entre el tres y el cinco por ciento de los pacientes que se someten a tratamiento de radiación en la zona de la cabeza y el cuello, siendo la mandíbula inferior mucho más sensible al daño por radiación que la mandíbula superior.
Existen diferentes grados de gravedad de la ORN, dependiendo de la cantidad de destrucción ósea que se haya producido. Los síntomas incluyen dolor y, en la forma más grave, puede desarrollarse una fractura patológica que conduce al desarrollo de una fístula a través de la cual drena la saliva.
La prevención de la osteorradionecrosis se consigue mediante un cuidado dental meticuloso y evitando la cirugía oral tras la radioterapia. Lo ideal es que los pacientes se sometan a una evaluación dental exhaustiva antes de la radioterapia, y que cualquier procedimiento dental se realice antes de la terapia. Una vez que se ha administrado la radioterapia, el oxígeno hiperbárico puede proteger el hueso si se administra antes de los procedimientos dentales que se realizan en la zona que estuvo expuesta a la radioterapia.
El desarrollo de la osteorradionecrosis parece estar relacionado con la dosis total de radiación que se administra al hueso. Los pacientes que reciben cursos secundarios de radioterapia tienen un mayor riesgo. Los cirujanos que realizan operaciones en pacientes que han sido expuestos a la radioterapia deben ser muy meticulosos en el diseño de la operación para evitar hacer cortes en el hueso que puedan conducir a la destrucción del mismo.
El tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad. En las primeras fases de la enfermedad, la extirpación del hueso expuesto e inviable con el cierre del revestimiento de la cavidad bucal puede detener la afección y evitar una mayor progresión. En los casos más graves, las opciones son limitadas y requieren procedimientos más definitivos. En estos casos, el uso de oxígeno hiperbárico para mejorar la afección no suele tener éxito.
La mejor opción para un resultado predecible es la extirpación de la porción de hueso enfermo y su sustitución por hueso nuevo vascularizado mediante cirugía microvascular. La transferencia de secciones de hueso nuevo puede proceder del peroné, la escápula y la cresta ilíaca. El procedimiento también puede requerir la importación de tejido blando sano para volver a revestir la cavidad bucal y la piel subyacente. El suministro de sangre al hueso se restablece mediante la unión microscópica de la arteria y la vena nutrientes a una arteria y una vena receptoras en el cuello. Esta técnica ha demostrado ser fiable y predecible en esta condición. La extensión total del hueso nativo dañado debe determinarse durante la cirugía en un esfuerzo por evitar la progresión de este proceso en la mandíbula nativa después de importar el hueso sano al defecto creado al eliminar el segmento enfermo.
Los pacientes que se someten a este procedimiento pueden disfrutar de la resolución del dolor y el restablecimiento de la estructura del tercio inferior de la cara. Estos pacientes también son candidatos a la rehabilitación dental y pueden incluir implantes que pueden darles una mandíbula totalmente funcional como resultado.