Introducción a la psicología
ONDAS DE SONIDO
Al igual que las ondas de luz, las propiedades físicas de las ondas de sonido están asociadas a varios aspectos de nuestra percepción del sonido. La frecuencia de una onda sonora está asociada a nuestra percepción del tono de ese sonido. Las ondas sonoras de alta frecuencia se perciben como sonidos agudos, mientras que las de baja frecuencia se perciben como sonidos graves. El rango audible de las frecuencias sonoras se sitúa entre 20 y 20000 Hz, con una mayor sensibilidad a las frecuencias que caen en la mitad de este rango.
Al igual que en el caso del espectro visible, otras especies muestran diferencias en sus rangos audibles. Por ejemplo, los pollos tienen un rango audible muy limitado, de 125 a 2000 Hz. Los ratones tienen un rango audible de 1000 a 91000 Hz, y el rango audible de la ballena beluga es de 1000 a 123000 Hz. Nuestros perros y gatos domésticos tienen rangos audibles de unos 70-45000 Hz y 45-64000 Hz, respectivamente (Strain, 2003).
La intensidad de un sonido determinado está estrechamente relacionada con la amplitud de la onda sonora. Las amplitudes más altas se asocian a los sonidos más fuertes. La sonoridad se mide en términos de decibelios (dB), una unidad logarítmica de la intensidad del sonido. Una conversación típica se corresponde con 60 dB; un concierto de rock puede alcanzar los 120 dB. Un susurro a 1,5 metros de distancia o el susurro de las hojas se sitúan en el extremo inferior de nuestro rango de audición; sonidos como el del aire acondicionado de una ventana, una conversación normal e incluso el tráfico intenso o una aspiradora están dentro de un rango tolerable. Sin embargo, existe la posibilidad de que se produzcan daños auditivos entre los 80 y los 130 dB: Se trata de los sonidos de un robot de cocina, un cortacésped eléctrico, un camión pesado (a 6 metros), un tren de metro (a 6 metros), música rock en directo y un martillo neumático. El umbral del dolor es de unos 130 dB, un avión a reacción despegando o un revólver disparando a corta distancia (Dunkle, 1982).
Aunque la amplitud de la onda se asocia generalmente con la sonoridad, existe cierta interacción entre la frecuencia y la amplitud en nuestra percepción de la sonoridad dentro del rango audible. Por ejemplo, una onda sonora de 10 Hz es inaudible independientemente de la amplitud de la onda. En cambio, una onda sonora de 1.000 Hz varía drásticamente en términos de intensidad percibida a medida que aumenta la amplitud de la onda.