Los peligros de la indiferencia Idea principal

El escenario

¿Sabes que la Segunda Guerra Mundial fue conocida como «la última guerra buena»? Porque todo el mundo luchaba por las razones correctas, y nadie creía realmente que las cosas pudieran ir peor que el genocidio y un par de bombas atómicas?

Sí. Pues bien, el resto del siglo XX escuchó eso, se rió y dijo: «¿Me aguantas la cerveza?»

En otras palabras, las cosas no mejoraron precisamente en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y para añadir el insulto a la herida, las mismas cosas por las que murieron millones de soldados aliados parecieron repetirse. Las poblaciones minoritarias fueron víctimas de genocidios. Los países libraron sangrientas guerras por disputas fronterizas y diferencias religiosas. La Guerra Fría se consideró «fría» por más de una razón.

El texto

Elie Wiesel estuvo preso tanto en Auschwitz como en Buchenwald, y perdió a sus padres y a su hermana menor a manos de los nazis. El hombre vio horrores increíbles y casi inimaginables, y sufrió enormemente.

Pero sobrevivió.

Y cuando Buchenwald fue liberado por las fuerzas estadounidenses, vio la mirada de conmoción y consternación en sus ojos cuando vieron las realidades de los campos. Creyó que el mundo aprendería del Holocausto y que no habría más atrocidades ni genocidios.

Pero no fue así. El resto del siglo XX fue muy parecido a la primera mitad: lleno de sufrimiento y odio. Y, en los albores del siglo XXI, Wiesel no podía dejar de preguntarse cómo serían los próximos 100 años.

Wiesel señaló que en las cinco décadas transcurridas desde el Holocausto, países de Europa, Asia y África habían sido desgarrados por el genocidio, la guerra civil y la intolerancia religiosa. Y aunque Estados Unidos y otras naciones occidentales no eran los únicos que luchaban, elegir ignorar lo que estaba ocurriendo claramente no mejoraba las cosas.

Wiesel entendía por qué la indiferencia podía ser tentadora. Parece más segura, y no supone un obstáculo para tu vértigo: tu vida sigue adelante como siempre. Pero para las personas que sufren, que pierden sus hogares y sus familias… No hay nada peor que sentirse olvidado o abandonado por el resto del mundo, y Wiesel sabía lo que era eso, y sabía que eso sólo da más poder a los malos. Los liberadores estadounidenses lo vieron cuando llegaron a Buchenwald en 1945, y según Wiesel, tenemos que verlo ahora.

TL;DR

Parafraseando a Rhett: «Francamente, querida, te tiene que importar un bledo».

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