Un único interruptor cerebral 'controla tanto el sueño como la vigilia
Hay innumerables efectos adversos para la salud asociados a no dormir lo suficiente. Pero un estudio reciente podría allanar el camino para nuevas terapias del sueño, ya que se ha descubierto que una única área del cerebro controla tanto el sueño como la vigilia.
Desde el aumento del riesgo de hipertensión y obesidad hasta la mayor probabilidad de padecer depresión y cáncer, la privación del sueño puede dañar nuestro sistema inmunitario tanto como nuestro bienestar mental.
Una encuesta realizada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reveló que entre 50 y 70 millones de adultos en Estados Unidos padecen trastornos crónicos del sueño.
También descubrieron que más del 35 por ciento de ellos no duermen el mínimo de 7 horas que un adulto necesita para gozar de una salud óptima.
Esto llevó a los CDC a considerar la privación del sueño como una «epidemia de salud pública», instando a los investigadores a idear nuevas terapias del sueño y a desvelar el misterio de cómo nuestro cerebro induce el estado de descanso.
Hasta ahora, se creía que nuestro cerebro utiliza varias regiones para alternar entre el sueño y la vigilia.
Por ejemplo, una hipótesis popular sostiene que la corteza cerebral -es decir, la parte superior del cerebro que se encuentra justo debajo del cráneo- «emite» las ondas cerebrales lentas que inducen el sueño, mientras que la vigilia es controlada por la parte inferior, la de los mamíferos, de nuestro cerebro.
Una nueva investigación ha dado la vuelta a esta hipótesis. Científicos del Departamento de Investigación Biomédica de la Universidad de Berna y del Departamento de Neurología del Inselspital, el Hospital Universitario de Berna, ambos en Suiza, han encontrado neuronas que controlan tanto el sueño como la vigilia.
El equipo fue dirigido por el autor principal, el profesor Antoine Adamantidis, del Departamento de Neurología del Inselspital. Thomas Gent, investigador del mismo departamento, es el primer autor del trabajo.
Los hallazgos, que podrían allanar el camino para nuevas terapias del sueño, se publicaron en la revista Nature Neuroscience.