7 rasgos de las personas optimistas
Las personas optimistas generan bienestar para sí mismas y para quienes las rodean. Son capaces de ver el lado positivo en lugar de quedarse atrapados en la negatividad. Las personas optimistas eligen esta forma de ver el mundo y la utilizan para enmarcar sus vidas. Aunque hay algunos rasgos de personalidad que favorecen el optimismo, ser optimista tiene más que ver con la reflexión y la práctica. Hoy veremos los rasgos de las personas optimistas…
Consciente o inconscientemente, todos vemos la vida a través de la perspectiva que elegimos. La que elegimos depende en gran medida de las experiencias personales, así como de los rasgos de personalidad y de relación. A veces todo depende de la costumbre o de la falta de reflexión. Al fin y al cabo, es más fácil imitar y repetir que construir una visión personal.
«La vida tiene un lado oscuro y un lado luminoso. Hay que elegir el que más nos agrade».
-Samuel Smiles-
Ser optimista no requiere que la vida sea un camino de rosas, ni que hayas tenido una infancia increíble o que tu vida sea ya maravillosa. Rescatar lo mejor de ti mismo, de los demás y de cada situación es una elección. Un optimista no es un pesimista desinformado, sino alguien que elige enfatizar lo positivo.
Enfrentarse a la vida cotidiana, es fácil ser pesimista. Nadie puede evitar por completo el dolor o la frustración. Quejarse ayuda a justificar la inacción y el conformismo. Los optimistas, en cambio, asumen el reto de hacer, crecer y mejorar. A continuación, hablaremos de algunos rasgos que comparten muchos optimistas.
Uno de los rasgos de las personas optimistas: luchan por lo que quieren
El simple hecho de trabajar para conseguir un objetivo hace que cualquiera se sienta vivo. Por el contrario, quienes no han cumplido sus sueños o deseos tienden a ver la vida con una óptica negativa. Si hay algo que define a un optimista es la capacidad de fijarse metas y luchar por ellas.
Los optimistas también son realistas. No se proponen metas imposibles o que estén por encima de sus posibilidades. No es cierto que si te lo propones puedas conseguir absolutamente todo. Si tu objetivo es inalcanzable sólo acabará en frustración. Una cosa es establecer metas altas, establecer metas imposibles es otra historia.
Donde otros ven fracaso, ellos ven oportunidades de aprendizaje
Para un optimista, nada es un «fracaso». Los optimistas saben que existen los errores, las equivocaciones, los retos imposibles y las metas no alcanzadas. Pero no llamarían a ninguno de ellos fracasos rotundos. Eso es precisamente lo que les convierte en optimistas. La capacidad de buscar lo positivo, de ver el lado bueno de la vida.
Nunca se alcanzaron grandes logros humanos sin dificultades y errores. Los errores que se corrigieron, los agujeros que se llenaron y los fracasos que se superaron constituyen la base de los grandes logros. En cada error hay una lección. Y en cada lección hay una oportunidad de crecimiento. Los optimistas saben que el fracaso es sólo cuando se deja de intentar.
Son honestos consigo mismos
Ser honesto con uno mismo significa dejar de lado las justificaciones y las excusas. Esta actitud requiere valor porque significa que no intentarás esconderte de la verdad. Significa ponerse cara a cara con la vida y ser sincero con uno mismo.
Las personas optimistas no tienen miedo de admitir cuando se equivocan. Al contrario, reconocen abiertamente sus errores. Evitan culpar a los demás de sus errores y tienen la suficiente confianza en sí mismos como para aceptar que no siempre tienen razón. Esta actitud les hace más fuertes porque saben que reconocer sus errores es un paso más para ser mejores.
Nunca se comparan con los demás
Compararse sistemáticamente con los demás sólo sirve para distorsionar tus pensamientos y envenenar tu corazón. Somos incomparables. No hay forma de medir quién es mejor o peor en términos humanos. Un preso puede tener mejor corazón que un empresario, pero peor capacidad para alcanzar sus objetivos. No hay medida para esto.
La base del optimismo genuino es comprender esta realidad. Nadie es mejor o peor que nadie. Cualquier comparación entre humanos es arbitraria. Las personas que se miden constantemente con los demás lo hacen porque carecen de autonomía y de juicio independiente. Cada persona sabe si está viviendo como quiere y debe vivir. Los demás pueden estar de acuerdo o no, pero al final, su opinión no cuenta.
Auto-motivación: uno de los rasgos de las personas optimistas
Motivación significa «ponerse en movimiento» a pesar de cualquier obstáculo. Significa empujarse a sí mismo para seguir avanzando hacia un propósito u objetivo concreto. Las personas optimistas saben que la fuerza para seguir luchando viene del interior. Esto se deriva del hecho de que no hacen las cosas por la aprobación o desaprobación de los demás, sino por sus propias convicciones.
Una persona está automotivada cuando encuentra y alimenta las razones que hay detrás de lo que hace. La convicción proporciona fuerza para continuar. Saber que sus razones para perseguir sus sueños son válidas permite avanzar sin dar demasiada importancia a los problemas que encuentra. Un optimista, pues, es alguien que cree en lo que hace.
Aceptan a los demás tal y como son
Tratamos a los demás de forma similar a como nos tratamos a nosotros mismos. Cuando alguien se acepta a sí mismo, es más fácil aceptar a los demás. Por el contrario, si alguien está luchando por valorarse a sí mismo o por sentir algún amor propio, lo que suele ocurrir es que proyecta ese conflicto interno en los demás. Es entonces cuando los demás se convierten en el blanco de constantes críticas.
Ser optimista requiere que tengas una imagen positiva de ti mismo. No significa que debas ser egoísta, sino ser consciente de tu propio valor. Por eso es más fácil para las personas optimistas aceptar y valorar a los demás. Saben que todos los seres humanos son partícipes de la misma historia. Saben que cada persona tiene su lugar y su propósito en esta aventura compartida. Tampoco olvidan que la solidaridad ayuda a tener más confianza en el presente.
Se cultivan a sí mismos
Nadie puede ser un verdadero optimista si no trabaja en sí mismo. Esto significa conocerse a sí mismo, perdonarse por sus errores y equivocaciones, y asignar el valor adecuado a sus logros. Tú eres tu propio proyecto. Trabajar en este proyecto y sentirte orgulloso de tus progresos se traduce en optimismo en la vida.