Cuando nos olvidamos de recordar – Los fallos en la memoria prospectiva van desde lo molesto hasta lo letal
Un equipo quirúrgico cierra una incisión abdominal, completando con éxito una operación difícil. Semanas después, el paciente acude a Urgencias quejándose de dolor abdominal y una radiografía revela que una de las pinzas utilizadas en la operación se quedó dentro del paciente. ¿Por qué los profesionales altamente cualificados se olvidan de realizar una tarea sencilla que han ejecutado sin dificultad miles de veces antes?
Este tipo de descuidos se producen en profesiones tan diversas como la aviación y la programación informática, pero las investigaciones de la ciencia psicológica revelan que estos lapsos pueden no reflejar descuido o falta de habilidad, sino fallos de la memoria prospectiva.
En un artículo publicado en el número de agosto de Current Directions in Psychological Science, una revista de la Association for Psychological Science, R. Key Dismukes, científico del Centro de Investigación Ames de la NASA, revisa el creciente campo de investigación sobre la memoria prospectiva, destacando las diversas formas en que las características de las tareas cotidianas interactúan con los procesos cognitivos normales para producir fallos de memoria que a veces tienen consecuencias desastrosas.
Los fallos de la memoria prospectiva suelen producirse cuando formamos una intención de hacer algo más tarde, nos ocupamos de otras tareas y perdemos la concentración en lo que originalmente pretendíamos hacer. A pesar de su nombre, la memoria prospectiva depende en realidad de varios procesos cognitivos, como la planificación, la atención y la gestión de tareas. Estos lapsos de memoria, habituales en la vida cotidiana, son en su mayoría molestos, pero pueden tener consecuencias trágicas. «Todos los veranos mueren varios bebés en coches calientes cuando los padres abandonan el vehículo y se olvidan de que el niño está durmiendo tranquilamente en el asiento trasero», señala Dismukes.
Muchos ejemplos de memoria prospectiva implican la intención de hacer algo en un momento determinado, como ir a una cita con el médico, o en una ocasión concreta, como felicitar a una amiga la próxima vez que la veamos. Sin embargo, gran parte de lo que pretendemos hacer en nuestra vida cotidiana, ya sea en casa o en el trabajo, implica tareas habituales que se repiten a lo largo del tiempo. Y cuando se trata de este tipo de tareas habituales, nuestras intenciones pueden no ser explícitas. Por ejemplo, no solemos tener la intención explícita de introducir la llave en el contacto cada vez que conducimos un coche; la intención está implícita en nuestra rutina habitual de conducir.
En investigaciones anteriores, Dismukes y sus colegas identificaron varios tipos de situaciones que pueden provocar fallos en la memoria prospectiva. Descubrieron que las interrupciones y las alteraciones de los procesos habituales, que son lo suficientemente irritantes en la vida cotidiana, pueden ser fatales en algunos entornos laborales. De hecho, se han producido varias catástrofes en aerolíneas porque los pilotos fueron interrumpidos mientras realizaban tareas críticas antes del vuelo; una vez terminada la interrupción, los pilotos pasaron a la siguiente tarea, sin darse cuenta de que las tareas interrumpidas no habían terminado.
Por toda la atención negativa que ha recibido la multitarea en los últimos años, quizás no sea una sorpresa que la multitarea sea también una de las principales causas de los fallos de la memoria prospectiva. Parece que nos hemos adaptado bastante bien a hacer malabares con varias tareas simultáneamente. Pero las investigaciones demuestran que cuando surge un problema con la tarea en la que estamos centrados en ese momento, nos volvemos vulnerables al túnel cognitivo, olvidando volver a centrar nuestra atención en las otras tareas que tenemos entre manos.
Para defenderse de los fallos de la memoria prospectiva y de sus consecuencias potencialmente desastrosas, los profesionales de la aviación y la medicina confían ahora en herramientas de memoria específicas, como las listas de comprobación. Las investigaciones también revelan que las intenciones de ejecución, que identifican cuándo y dónde se llevará a cabo una intención específica, pueden ayudar a evitar esos fallos en la vida cotidiana. Dismukes señala que se ha demostrado que tener este tipo de plan concreto mejora el rendimiento de la memoria prospectiva hasta en dos o cuatro veces en tareas como hacer ejercicio, cumplir con la medicación, autoexplorarse los pechos y completar los deberes.
Además de las listas de comprobación y las intenciones de ejecución, Dismukes y otros han destacado otras medidas que pueden ayudar a recordar y llevar a cabo las acciones previstas:
- Utilizar ayudas externas para la memoria, como el calendario de alertas de los teléfonos móviles
- Evitar la multitarea cuando una de sus tareas es crítica
- Llevar a cabo las tareas cruciales ahora en lugar de dejarlas para más tarde
- Crear señales recordatorias que destaquen y ponerlas en un lugar difícil dede olvidar
- Enlazar la tarea objetivo con un hábito que ya se haya establecido
«En lugar de culpar a los individuos por los lapsos inadvertidos de la memoria prospectiva, las organizaciones pueden mejorar la seguridad apoyando el uso de estas medidas», argumenta Dismukes. Sugiere que los científicos combinen la investigación de laboratorio con la observación del rendimiento humano en entornos reales para comprender mejor cómo funciona la memoria prospectiva y desarrollar estrategias prácticas para evitar los lapsos.