Estreñimiento
El estreñimiento significa movimientos intestinales difíciles y a veces dolorosos. NO significa que las deposiciones sean infrecuentes. Hay una gran variación individual normal en la frecuencia con la que defecamos, y mientras las heces sigan siendo razonablemente blandas y fáciles de expulsar, el tiempo entre las deposiciones no debería ser motivo de preocupación. Por otro lado, incluso las deposiciones diarias regulares que son demasiado duras pueden representar un problema. En los niños pequeños, la incomodidad asociada a esta situación puede provocar un miedo justificado a defecar, lo que hace que traten de retener las heces en lugar de expulsarlas cuando sienten la necesidad de hacerlo. Esto, a su vez, provoca que la próxima vez las heces sean aún más duras, y así se establece un círculo vicioso. El niño retiene cada vez más las heces en su interior, el intestino se dilata y empieza a funcionar con menos eficacia, y el punto final puede ser la suciedad incontrolada (encopresis), los accidentes o la frecuencia urinaria, el dolor abdominal e incluso puede provocar náuseas y síntomas de reflujo ácido. El mantenimiento de una consistencia normal de las heces es importante, especialmente en los primeros años de la infancia.
Casi todo el mundo experimenta ocasionalmente episodios de estreñimiento auto limitados. Estos pueden ser el resultado de una alteración de la dieta, del estrés emocional o de una enfermedad aguda. No se preocupe, nadie ha «reventado» por el estreñimiento. Aunque es incómodo, no es una emergencia. Es mejor evitar tanto los laxantes estimulantes como los «asaltos rectales» en los niños pequeños. Ambos pueden ser peligrosos y hacer más daño que bien. En particular, los «asaltos rectales» como los enemas, los supositorios y la desimpactación manual son bastante aterradores e imposibles de explicar adecuadamente a un niño pequeño. Pueden ser muy perjudiciales desde el punto de vista emocional. Los estimulantes pueden inducir dependencia. ¿Qué se puede hacer? Pruebe el siguiente plan, pero recuerde que no se puede esperar que ninguno de ellos funcione inmediatamente – será necesaria cierta paciencia:
- En un bebé (menos de 1 año) pruebe con jarabe Karo ligero 1 cucharada mezclada en 4 onzas de fórmula o leche materna una o dos veces al día. Si el bebé ha empezado a tomar purés o alimentos sólidos, reduzca los cereales y aumente las frutas, especialmente los melocotones, las ciruelas pasas y las peras. Reduzca el queso, el yogur y los hidratos de carbono simples, como los panes, las galletas y la pasta.
- Para los niños mayores, pruebe el Aceite Mineral por vía oral dos veces al día en una dosis de:
1 cucharadita para las edades de 1 a 2
2 cucharaditas para las edades de 2 a 4
1 cucharada sopera para las edades de 4 a 8
2 cucharadas soperas para las edades de 8 y más
Aunque el Aceite Mineral es insípido, se siente viscoso por lo que los niños son reacios a tomarlo. Esto se puede minimizar manteniéndolo frío en el frigorífico y teniendo comida o bebida a mano para bajarlo. También puede disimularse mezclándolo con un alimento semisólido como el yogur, el helado, los copos de avena, la gelatina o una pequeña cantidad de cacao en polvo.
- La mejor forma de prevenirlo es aumentar la fibra en la dieta. Sin embargo, es raro el niño que puede hacerlo comiendo verduras verdes. Compre cereales y panes ricos en fibra, fomente las ciruelas pasas y las uvas pasas como merienda, e intente que sus hijos desarrollen el gusto por las magdalenas de salvado. Un producto muy útil en este sentido es el «Salvado sin procesar», disponible en el supermercado. Se puede añadir a muchas recetas – desde cualquier tipo de productos horneados hasta hamburguesas, pastel de carne y guisos – sin cambiar el sabor.
Si ha probado las medidas anteriores (al menos durante varios días) y no ha tenido éxito, llame. Existen tratamientos más agresivos, pero realmente requieren una estrecha supervisión médica.
Por último, algunos niños son propensos al estreñimiento repetido o crónico. Esta tendencia suele ser hereditaria. A veces también es el primer signo de una enfermedad grave subyacente, especialmente si la tendencia aparece por primera vez durante la primera infancia. Los niños con estreñimiento crónico merecen una evaluación médica exhaustiva y un plan de tratamiento individualizado a largo plazo. Si su hijo entra en esta categoría, programe una consulta ampliada.