Khat: ¿Un estimulante inofensivo o un narcótico peligroso?

El khat es una planta ligeramente narcótica que se ha masticado y disfrutado socialmente durante siglos en el Cuerno de África y la Península Arábiga. Su uso está muy extendido en Somalia, Yibuti, Etiopía y partes de Kenia, y es especialmente popular en Yemen. En cualquiera de estos países, la planta se vende libremente en los mercados abiertos y se consume con la misma regularidad que el café en los países occidentales. Sin embargo, a pesar de su prevalencia en algunas partes de África y Oriente Medio, el khat es una sustancia controlada en la mayoría de los demás países. Es objeto de una considerable controversia, ya que algunos expertos lo describen como un estimulante social suave y otros lo etiquetan como una droga similar a las anfetaminas.

La historia del khat

Los orígenes del consumo de khat no están claros, aunque algunos expertos creen que comenzó en Etiopía. Es probable que algunas comunidades hayan utilizado el khat de forma recreativa o como ayuda espiritual durante miles de años; tanto los antiguos egipcios como los sufíes utilizaban la planta para inducir un estado de trance que les permitía comunicarse más estrechamente con sus dioses. El khat aparece (con diversas grafías) en las obras de muchos autores históricos, entre ellos Charles Dickens, que en 1856 lo describió diciendo que «estas hojas se mastican y actúan sobre los espíritus de quienes las usan, de forma parecida a como lo hace una fuerte dosis de té verde en Europa».

Uso actual

Hoy en día, el khat es conocido por muchos nombres diferentes, incluyendo kat, qat, chat, Kafta, Té de Abisinia, miraa y Té de Bushman. Las hojas y las sumidades frescas se recogen del arbusto Catha edulis y se mastican frescas o se secan y se preparan en forma de té. El primer método es considerablemente más potente, ya que proporciona una dosis mucho mayor de la parte estimulante de la planta, conocida como catinona. La catinona se compara a menudo con las anfetaminas, ya que provoca efectos similares (aunque mucho más suaves). Estos incluyen excitación, euforia, excitación, locuacidad, aumento de la confianza y concentración.

El khat se ha convertido en una industria multimillonaria. En Yemen, un informe del Banco Mundial publicado en 2000 estimó que la planta representaba el 30% de la economía del país. De hecho, el cultivo de khat en Yemen está tan extendido que el riego de las granjas de khat también supone el 40% del suministro de agua del país. El uso del khat está ahora mucho más extendido que históricamente. Los arbustos de Catha edulis se dan ahora de forma natural en zonas del sur de África (incluyendo Sudáfrica, Suazilandia y Mozambique), mientras que sus productos se exportan a comunidades de la diáspora de todo el mundo.

Efectos negativos

En 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó el khat como una «droga de abuso», con una serie de efectos secundarios potencialmente negativos. Estos incluyen comportamientos maníacos e hiperactividad, aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, pérdida de apetito, insomnio, confusión y estreñimiento. Algunos creen que, si se consume a largo plazo, el khat puede provocar depresión y un mayor riesgo de infarto, y que puede agravar los problemas de salud mental en quienes ya los padecen. No se considera que sea especialmente adictivo, y es poco probable que las personas que dejan de consumirlo sufran un síndrome de abstinencia física.

Existe un debate considerable sobre la gravedad de los efectos negativos del khat, ya que muchos usuarios cotidianos afirman que su uso frecuente no es más peligroso que consumir su dosis diaria de cafeína. La mayoría de los críticos de la sustancia se preocupan más por los efectos sociales del consumo de khat. Por ejemplo, se cree que el aumento de la excitación y la disminución de las inhibiciones conducen a una mayor probabilidad de tener relaciones sexuales sin protección y/o embarazos no deseados. En particular, el khat supone una importante merma de los ingresos de las comunidades que disponen de poco dinero. En Yibuti, se calcula que los consumidores habituales de khat gastan hasta una quinta parte de su presupuesto familiar en la planta; un dinero que podría destinarse mejor a la educación o la sanidad.

Nota: La producción de khat se ha relacionado con el terrorismo, ya que se cree que los ingresos generados por la exportación y venta ilegal financian a grupos como al-Shabaab, la célula somalí de Al-Qaeda. Sin embargo, esto aún no se ha demostrado.

¿Es legal?

África y Oriente Medio

No existe ninguna ley internacional sobre la producción, venta o consumo de khat; sin embargo, en muchos países es una sustancia controlada o ilegal. Es ilegal en Eritrea y Arabia Saudí, y en Sudáfrica (donde la propia planta es una especie protegida). El grado de rigor con el que se aplican las leyes contra el khat difiere de un país a otro. Es legal en gran parte del Cuerno de África y la Península Arábiga, incluyendo Etiopía, Somalia, Yibuti, Kenia y Yemen.

América del Norte

En Canadá, el khat es una sustancia controlada (lo que significa que es ilegal comprarlo sin la aprobación de un médico), aunque la posesión de khat para uso personal no es un delito procesable. La pena máxima para los traficantes es de 10 años de prisión. En Estados Unidos, la catinona es una droga de la lista I, por lo que el khat es ilegal. Missouri y California prohíben específicamente el khat y la catinona.

El resto del mundo

A nivel mundial, el khat está prohibido en muchos países, como China, Malasia, Indonesia y la mayor parte de Europa. El Reino Unido incluyó la sustancia en la lista de drogas de clase C en 2014, mientras que los traficantes en Hong Kong se enfrentan a penas de hasta 5 millones de dólares de Hong Kong, así como a cadena perpetua. En Israel, solo se permite el consumo de la planta en estado bruto. En Australia es ilegal importar khat para cualquier uso que no sea medicinal o científico; y en Nueva Zelanda, la sustancia está clasificada en la misma categoría que el cannabis y la codeína. No hay legislación relativa al khat en Sudamérica.

Este artículo fue actualizado y reescrito en parte por Jessica Macdonald el 18 de diciembre de 2019.

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