Ligamento cruzado posterior
Las causas comunes de las lesiones son los golpes directos en la rodilla flexionada, como el golpe de la rodilla contra el salpicadero en un accidente de coche o la caída fuerte sobre la rodilla, en ambos casos desplazando la tibia posterior al fémur.
Una prueba adicional de la lesión del ligamento cruzado posterior es la prueba de hundimiento posterior, en la que, a diferencia de la prueba del cajón, no se aplica ninguna fuerza activa. En su lugar, la persona se acuesta en posición supina con la pierna sostenida por otra persona de manera que la cadera se flexiona a 90 grados y la rodilla a 90 grados. El parámetro principal de esta prueba es el step-off, que es la distancia más corta desde el fémur hasta una línea hipotética que tangente a la superficie de la tibia desde la tuberosidad tibial y hacia arriba. Normalmente, el step-off es de aproximadamente 1 cm, pero está disminuido (Grado I) o incluso ausente (Grado II) o invertido (Grado III) en las lesiones del ligamento cruzado posterior. El test del cajón posterior es una de las pruebas utilizadas por los médicos y fisioterapeutas para detectar lesiones del LCP. Los pacientes de los que se sospecha que tienen una lesión del ligamento cruzado posterior siempre deben ser evaluados para detectar otras lesiones de la rodilla que a menudo se producen en combinación con una lesión del LCP. Entre ellas se encuentran las lesiones del cartílago/menisco, las contusiones óseas, las roturas del LCA, las fracturas, las lesiones posterolaterales y las lesiones del ligamento colateral.
Hay cuatro grados diferentes de clasificación en los que los médicos clasifican una lesión del LCP:
Grado I, el LCP tiene un desgarro leve. Grado II, el ligamento LCP está mínimamente desgarrado y se afloja. Grado III, el LCP se desgarra completamente y la rodilla puede clasificarse como inestable. Grado IV, el ligamento se daña junto con otro ligamento alojado en la rodilla (es decir, el LCA).
Con estos grados de lesiones del LCP, hay diferentes tratamientos disponibles para dichas lesiones.
MechanismEdit
En esta posición, el LCP funciona para evitar el movimiento de la tibia en dirección posterior y para evitar la inclinación o el desplazamiento de la rótula. Sin embargo, la respectiva laxitud de las dos secciones hace que el LCP sea susceptible de lesionarse durante la hiperflexión, la hiperextensión y en un mecanismo conocido como lesión del salpicadero. Dado que los ligamentos son viscoelásticos) sólo pueden soportar mayores cantidades de tensión cuando la carga se incrementa lentamente. Cuando la hiperflexión y la hiperextensión se producen repentinamente en combinación con este comportamiento viscoelástico, el LCP se deforma o se rompe. En el tercer y más común mecanismo, el mecanismo de lesión del salpicadero, la rodilla experimenta el impacto en una dirección posterior durante la flexión de la rodilla hacia el espacio por encima de la tibia. Estos mecanismos se producen en la rotación externa excesiva de la tibia y durante las caídas que inducen una combinación de extensión y aducción de la tibia, lo que se denomina estrés de varo-extensión, o que se producen mientras la rodilla está flexionada.
TratamientoEditar
Es posible que el LCP se cure por sí solo. Incluso si el LCP no se cura con normalidad, no es habitual que se requiera una intervención quirúrgica. El tratamiento suele consistir en fisioterapia para fortalecer los músculos que rodean la rodilla; normalmente proporcionan una estabilidad adecuada incluso sin un LCP funcional. Sólo si hay síntomas continuos más adelante, o si hay otras lesiones en la rodilla (por ejemplo, una lesión de la esquina posterolateral) será necesaria la reconstrucción del ligamento. La reconstrucción del ligamento se utiliza para sustituir el LCP roto por un nuevo ligamento, que suele ser un injerto tomado del tendón de la corva o del tendón de Aquiles de un cadáver anfitrión. Un artroscopio permite una evaluación completa de toda la articulación de la rodilla, incluida la rótula, las superficies cartilaginosas, el menisco, los ligamentos (LCA & LCP) y el revestimiento articular. A continuación, el nuevo ligamento se fija al hueso del muslo y a la parte inferior de la pierna con tornillos para mantenerlo en su sitio. La cirugía para reparar el ligamento cruzado posterior es controvertida debido a su colocación y a su dificultad técnica.
Es posible que el LCP se cure por sí solo sin cirugía cuando se trata de una lesión de grado I o grado II. Las lesiones del LCP que se diagnostican en estas categorías pueden ver reducidos sus tiempos de recuperación mediante la realización de determinados ejercicios de rehabilitación. Fernández y Pugh(2012) encontraron que tras un diagnóstico de LCP de grado II, un tratamiento multimodal que abarcó el transcurso de 8 semanas y que consistió en la manipulación lumbopélvica quiropráctica, la fisioterapia y la implementación de un programa de ejercicios que enfatizaba la contracción muscular excéntrica (estocadas, sentadillas con 1 pierna y estabilización del tronco) demostró ser una forma efectiva de recuperarse de la lesión del LCP. En el caso de los grados III y IV, se recomienda o suele ser necesaria una intervención quirúrgica. Los injertos son el método para tratar las lesiones del LCP que necesitan cirugía quirúrgica. Con los injertos, hay diversos métodos tales como la incrustación tibial o el método del túnel.