¿Tenía Einstein rasgos de Asperger?
¿Tenía Einstein algunos rasgos del síndrome de Asperger, también considerado como un segmento de alto funcionamiento del espectro autista? Esa es una posibilidad intrigante, junto con los detalles y las especulaciones sobre Howard Hughes, que muestra un comportamiento obsesivo-compulsivo, Lincoln, que hace frente a la melancolía, Darwin, que sufre de ansiedad, y Andy Warhol, que deja constancia de un acaparamiento compulsivo en el nuevo y apasionante libro Andy Warhol was a Hoarder: Inside the Minds of History’s Great Personalities, de la célebre periodista científica Claudia Kalb.
El renovado interés por Albert Einstein surge al mismo tiempo que el descubrimiento de las ondas gravitacionales en febrero de 2016 confirmó su predicción de hace 100 años, y también coincide con un creciente interés por el Trastorno del Espectro Autista, en particular el tipo de alto funcionamiento descrito en otros lugares como Síndrome de Asperger, marcado, entre otras cosas, por la dificultad con las señales sociales y un intenso enfoque en intereses estrechos. Su intensa concentración en temas científicos arcanos, su desprecio por las convenciones sociales en la infancia, como el respeto a sus profesores, y su aspecto a veces desaliñado son algunas de las características que describe el autor.
Al mismo tiempo, se encontraba entre los físicos de más alto rendimiento que han existido. Este campo, así como otras ciencias, la ingeniería y las matemáticas, atraen a un número desproporcionado de personas con rasgos de Asperger, según las encuestas realizadas por el experto en autismo Simon Baron-Cohen de la Universidad de Cambridge. Algunos observadores especulan que lo mismo podría decirse de Silicon Valley y del corredor tecnológico de Boston, cerca del MIT.
El biógrafo de Einstein, Walter Isaacson, argumenta en contra de estas especulaciones, señalando que los intereses románticos de Einstein y sus animadas interacciones con la gente mostraban una relación empática con los demás. Como examinador de patentes, mientras escribía cuatro artículos pioneros en física en 1905, encontró tiempo para reunirse con un grupo de amigos en Suiza. Después de alcanzar la fama y el Premio Nobel, viajó mucho para hablar con admiradores de todo el mundo. Una posibilidad que puede tranquilizar a quienes están preocupados por los rasgos aspergianos en ellos mismos o en miembros de su familia es que un individuo puede tener algunas características autistas sin tenerlas todas.
La autora reconoce sabiamente que los análisis retrospectivos como éste pueden ser cuestionables, pero ha elaborado sus conclusiones tras consultar ampliamente con psiquiatras y psicólogos. «No presumo de saberlo todo sobre estas 12 mentes y los infinitos pensamientos, miedos y deseos que se arremolinaban en ellas. Ni mucho menos. Pero aprendí lo suficiente para apreciar, más profundamente que nunca, la disparidad que a menudo existe entre nuestro yo interior y el exterior, a pesar de su inseparable conexión», señala Kalb en el epílogo del libro, en un pasaje citado por la Asociación Americana de Psiquiatría.
También se adentra en la espesura de la neurociencia donde se podrían encontrar conexiones entre las funciones cerebrales y los rasgos autistas. Las especulaciones incluyen que la poda de las conexiones sinápticas que se produce normalmente en la infancia podría ser diferente en el autismo, que la condición podría seguir un alto nivel de testosterona durante el desarrollo fetal que resulta en un «cerebro más masculino» que se centra en el funcionamiento de los sistemas, y que los factores genéticos podrían dar lugar a una serie de familiares con rasgos similares. Otro factor biológico que no se explora en el libro, pero que se ha publicado en otros lugares, es el posible papel de la hormona oxitocina en los rasgos autistas.
Una implicación más amplia del libro de Kalb en su conjunto es que los problemas de salud mental no tienen por qué excluir importantes contribuciones a la humanidad. Rasgos de personalidad como el narcisismo, la paranoia o la sociopatía pueden ser excepciones. Podemos añadir que algunos de nuestros mayores líderes -Lincoln y Churchill, para empezar- tuvieron la capacidad de recuperación necesaria para superar tanto las pérdidas externas como la adversidad interna.
Los fundamentos
- ¿Qué es el síndrome de Asperger?
- Encontrar un terapeuta para ayudar con el autismo