Periodo infeccioso
En epidemiología, especialmente en la discusión de la dinámica de las enfermedades infecciosas (modelización matemática de la propagación de enfermedades), el periodo infeccioso es el intervalo de tiempo durante el cual un huésped (individuo o paciente) es infeccioso, es decir, capaz de transmitir directa o indirectamente agentes infecciosos patógenos o patógenos a otro huésped susceptible. El periodo infeccioso puede comenzar antes, durante o después de la aparición de los síntomas, y puede terminar antes o después de que éstos dejen de manifestarse. También se conoce en la literatura por una variedad de términos sinónimos como período infeccioso, período de infecciosidad, período de comunicabilidad, período de comunicabilidad, período contagioso, período de contagio, período de transmisión o período de transmisibilidad. El grado de infecciosidad no es constante, sino que varía a lo largo del período infeccioso.
Cuando los patógenos se encuentran con un individuo susceptible y entran en su cuerpo, se denomina momento de exposición, y el individuo se convierte en huésped de esos patógenos. Tras entrar en el cuerpo del huésped (lo que marca el inicio del proceso de infección), los patógenos suelen necesitar tiempo para multiplicarse o replicarse en su lugar favorito del cuerpo (por ejemplo, el virus de la hepatitis se multiplica en el hígado). Después de un cierto periodo de tiempo, los patógenos se vuelven lo suficientemente numerosos como para que el huésped sea capaz de transmitirlos al entorno. Esto marca el final del periodo latente (periodo preinfeccioso) y simultáneamente el comienzo del periodo infeccioso. A medida que la enfermedad se agrava, la infecciosidad aumenta. Mientras tanto, el organismo del huésped pone en marcha respuestas inmunitarias para contener o erradicar los agentes patógenos y, al cabo de cierto tiempo, puede lograr ese objetivo. La cantidad de patógenos en el cuerpo del huésped se reduce lo suficiente como para que éste ya no sea capaz de transmitir la enfermedad. Esto suele marcar el final del periodo infeccioso, aunque en el caso de algunas enfermedades como el ébola, el virus sigue estando presente en los fluidos corporales del superviviente. Por el contrario, si el cuerpo del huésped no puede recuperarse de una infección potencialmente mortal, el huésped morirá. Incluso después de la muerte, el periodo infeccioso puede no haber terminado. Por ejemplo, el cadáver de un individuo que ha muerto de ébola sigue siendo muy infeccioso.
Un concepto relacionado es el periodo de diseminación, que es el intervalo de tiempo durante el cual un huésped o paciente excreta el organismo patógeno a través de la saliva, la orina, las heces u otros fluidos corporales. El periodo de excreción suele coincidir con el periodo infeccioso y se utiliza como su sinónimo.
Para las infecciones víricas, la carga vírica y la excreción vírica son conceptos importantes relacionados. La carga viral se refiere a la cantidad de viriones (partículas virales individuales) en un fluido corporal determinado, como la sangre, la saliva, la orina, etc., en diferentes momentos tras la infección. La diseminación viral se refiere al evento en el que un huésped libera patógenos en su entorno. Juntos, estos dos factores influyen en la cantidad y la duración de la liberación de patógenos entre la población de un individuo infectado, dos parámetros importantes para medir la infecciosidad de una enfermedad. Si el periodo de infecciosidad comienza antes de la aparición de los síntomas de la enfermedad (es decir, el final del periodo de incubación), los portadores asintomáticos pueden propagar involuntariamente la enfermedad en la comunidad.