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La Biblia condena la avaricia, pero no condena el éxito financiero, si se obtiene legítimamente y con los motivos correctos.

De hecho, algunos de los hombres más grandes del Antiguo Testamento -hombres como Abraham y Job- eran también personas de gran riqueza, y su riqueza era vista como una señal de la bendición de Dios. ¿Significa eso que Dios quiere que todos seamos ricos? No, no es así; después de todo, Jesús no tenía ninguna riqueza material, y la Biblia enseña que la riqueza a menudo hace que la gente se aleje de Dios. Jesús advirtió: «Nadie puede servir a dos señores. O bien odiará a uno y amará al otro, o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y al dinero» (Mateo 6:24).

Recuerda: Todo lo que usted tiene -incluyendo su capacidad para tener éxito en los negocios- es un regalo de Dios. Pero, ¿por qué le dio estos regalos? Para decirlo de otra manera, ¿qué diferencia hay entre usted y otra persona que tiene éxito pero que no es cristiana?

La diferencia es ésta: Todo lo que tienes es de Dios, y debe ser usado para su gloria. A tu alrededor hay personas que necesitan a Cristo y su amor. ¿Qué estás haciendo con tu dinero para ayudarles a encontrarlo? Pide a Dios que te dé un espíritu generoso. La Biblia dice: «Cada uno debe dar… no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre» (2 Corintios 9:7).

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