Cleveland firma la Ley Dawes Severalty

En un intento bienintencionado pero en última instancia defectuoso de asimilar a los nativos americanos, el presidente Grover Cleveland firma una ley para acabar con el control tribal de las reservas y dividir sus tierras en propiedades individuales.

La Ley Dawes, llamada así por su principal autor, el senador Henry Laurens Dawes de Massachusetts, revirtió la antigua política estadounidense de permitir a las tribus indígenas mantener su práctica tradicional de uso y control comunal de sus tierras. En su lugar, la Ley Dawes otorgó al presidente el poder de dividir las reservas indias en parcelas individuales de propiedad privada. La ley dictaba que los hombres con familia recibirían 160 acres, los hombres adultos solteros recibían 80 acres y los niños 40 acres. Las mujeres no recibieron tierras.

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La motivación más importante de la Ley Dawes fue el hambre de los angloamericanos por las tierras indígenas. La ley establecía que, una vez que el gobierno hubiera repartido las asignaciones de tierras a los indios, el considerable resto de las propiedades de las reservas se abriría a la venta a los blancos. En consecuencia, los indios acabaron perdiendo 86 millones de acres de tierra, es decir, el 62% del total de sus posesiones anteriores a 1887.

Aún así, la Ley Dawes no fue únicamente un producto de la codicia. Muchos «amigos de los indios», religiosos y humanitarios, apoyaron la ley como un paso necesario para la plena asimilación de los indios a la cultura estadounidense. Los reformistas creían que los indios nunca superarían el abismo entre «la barbarie y la civilización» si mantenían su cohesión tribal y sus formas tradicionales. J.D.C. Atkins, comisionado de asuntos indios, sostenía que la Ley Dawes era el primer paso para transformar «la ociosidad, la imprevisión, la ignorancia y la superstición… en la industria, el ahorro, la inteligencia y el cristianismo».

En realidad, la Ley Dawes Severalty resultó ser una herramienta muy eficaz para arrebatar tierras a los indios y dárselas a los anglosajones, pero los beneficios prometidos a los indios nunca se materializaron. El racismo, la chapuza burocrática y las debilidades inherentes a la ley privaron a los indios de los puntos fuertes de la propiedad tribal, al tiempo que limitaron gravemente la viabilidad económica de la propiedad individual. Muchas tribus también se resentían profundamente y se resistían al intento de mano dura del gobierno de destruir sus culturas tradicionales.

A pesar de estos defectos, la Ley Dawes Severalty permaneció en vigor durante más de cuatro décadas. En 1934, la Ley Wheeler-Howard repudió la política e intentó reavivar la centralidad del control tribal y la autonomía cultural en las reservas. La Ley Wheeler-Howard puso fin a las transferencias de tierras indias a los anglosajones y estableció el retorno a la propiedad comunitaria voluntaria de los indios, pero ya se había producido un daño considerable.

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